dijous, 2 de gener del 2014

“I shoot RAW”: el negativo en fotografía digital


Me asomo encantada al blog de mi amiga Meritxell aceptando muy gustosa su invitación a participar en “Papel digital” con una aportación sobre un tema de mi interés. Con Meri comparto el interés por las tecnologías de la información, por las bibliotecas y por las actividades culturales. 

En mi caso, además, me interesan los temas relacionados con la imagen digital, seguramente porque mi trayectoria profesional se situó inicialmente en el sector de la producción audiovisual, una etapa en la que mi trabajo estuvo muy ligado a la evolución de las aplicaciones Photoshop, Premiere y After Effects. 

Centrándonos ya en el tema de esta entrada, quería tratar una cuestión que quizás no es demasiado conocida por la mayoría de personas que utilizan la fotografía digital: el formato RAW.
 
RAW
"Orgullo RAW"
El significado de “raw”, “en bruto”, ya nos da una pista. Por lo tanto, el concepto clave es que el archivo RAW recoge los datos directos del sensor de la cámara sin procesar (o mínimamente procesados). Por eso, haciendo una analogía con la fotografía en soporte químico, el archivo RAW de una foto sería el equivalente al negativo fotográfico. 

Esta idea tiene mucha relevancia desde el punto de vista de la gestión de las colecciones y los archivos fotográficos: al igual que en fotografía analógica es crítico conservar los negativos, en fotografía digital hay que ser conscientes de esta cuestión. 

Los fotógrafos profesionales son perfectamente conocedores de este tema y realizan su trabajo disparando en RAW. Este archivo RAW tiene que ser objeto de un procesado por parte de su autor (seguimos con la equivalencia de la fotografía química: el “revelado”) con software especializado como Adobe Camera RAW o Adobe Photoshop Lightroom (que se ha convertido en la aplicación estrella en su campo). 

De esta manera, cada imagen considerada “obra fotográfica” constará del archivo RAW original y la copia (o copias con variaciones) procesada y autorizada por el fotógrafo que la ha creado. 

No menos importante es el valor del RAW para mostrar y comprobar la veracidad de las imágenes: en cuestiones judiciales o en fotoperiodismo (recientemente se ha dado el caso de la polémica del World Press Photo), el único archivo verídico y con valor probatorio es el RAW, que entrega los datos tal como han sido captados por el sensor, sin cambios. No se acepta ningún otro formato, porque la imagen puede haber sido alterada y no hay manera de saberlo. 

Con estas breves pinceladas, espero haber despertado vuestro interés y curiosidad por este tema, y, antes de despedirme, os dejo un enlace (de los muchos que hay) por si queréis profundizar un poco más en él: The web foto - Curso de fotografía; o también podéis consultar la entrada de la Wikipedia, que es bastante completa.

Mae



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